“Niños en situación de riesgo” y “niños de la calle”

            
Un niño, según el artículo 1 de la Convención Internacional de los Derechos del Niño, es todo ser humano menor de 18 años de edad. De acuerdo a la Ley No. 1702/01, una de las leyes complementarias del Código de la Niñez y la Adolescencia, una persona es niño desde el momento en que es concebido hasta los 13 años de edad, y un adolescente desde los 14 hasta los 17 años de edad. Por lo tanto, cuando hablamos de “niños en situación de riesgo en el Paraguay”, nos referimos a aquellos individuos menores de 14 años, cuya salud física y/o psicológica se ve comprometida a causa de las actividades en las que están involucrados o las condiciones mismas en las que viven. Los riesgos ligados a su estilo de vida son varios, incluyendo el riesgo de muerte.

              Los “niños de la calle”, más concretamente, son aquellos que viven en las calles de las ciudades sin protección de adultos. Duermen en cajas de cartón, edificios abandonados, o en las mismas veredas. La UNICEF, Fondo de Naciones Unidas para la Infancia, creada por la Asamblea General de las Naciones Unidas en 1946 con el fin de ayudar a los niños de Europa al finalizar la Segunda Guerra Mundial, define a este grupo social de dos maneras distintas:

  • Son niños que están involucrados en actividades económicas como la mendicidad o la venta ambulante. Ayudan a que la familia subsista con lo que ganan diariamente. Pueden asistir a la escuela, pero permanecen la mayor parte del día en las calles. 
  • Son niños viven en la calle porque fueron abandonados por sus familias. Aunque pueden existir lazos familiares, estos suelen ser mantenidos sólo ocasional o involuntariamente.
La problemática aflige a varios países alrededor del mundo, incluyendo al Paraguay. No sólo afecta a los sectores más pobres, a quienes les “toca vivir” la situación. Las consecuencias de vivir “en situación de riesgo” son, generalmente, la drogadicción y la delincuencia, aspectos negativos que afectan a todos los sectores de la sociedad, incluyendo a los más pudientes, ya que la utilización de vías públicas se vuelve cada vez más peligrosa, crece el índice de violencia y robos, aumentan los gastos en cuanto a la instalación de alarmas o contratación de guardias en hogares o locales, etc. Al final, para los sectores más privilegiados, la vida en la ciudad carece de privilegios de los cuales podrían gozar si el problema fuera solucionado. Y, sin embargo, estos sectores marginan a los más pobres y adoptan estereotipos acerca de los mismos, por lo que muchas veces se rehúsan a ayudarlos. Es por ese motivo y, además, por la falta de intervención del gobierno, que se ven estancados en la pobreza.
Los estereotipos son las opiniones que las personas tienen sobre diversos temas basándose en las apariencias y generalizaciones. Este concepto se resume en una palabra: prejuicio. En el Paraguay, según el autor Anton Peter Baron, profesor universitario en la Facultad de Derecho y Ciencias Sociales de la UNA, los siguientes estereotipos acerca de la pobreza son los más repetidos:

“No trabajan porque no quieren”: las personas piensan que los pobres no trabajan porque son perezosos y prefieren el dinero fácil. Sin embargo, les es difícil conseguir trabajo porque en la mayoría de los casos se requieren personas capacitadas para ciertos puestos, y ellos no lo están. Por lo tanto, simplemente se resignan. Ej: las personas que mendigan o que utilizan a sus hijos para que lo hagan por ellos siempre son las más criticadas.

“Prefieren comprarse un TV, por más que les falte para comer”: los pobres desean  subir de estrato social y compran un TV o un equipo de música para evadir temporalmente su sufrimiento, así como para divertirse. Además, al no ser educados, tienen la desventaja de no saber como gastar o ahorrar sus ganancias de la manera más conveniente. Ej: un hombre se compra un celular, pero duerme en una vivienda precaria con su familia.

“No progresan porque abandonan lo suyo y se abandonan a sí mismos”: los pobres no le ven el sentido al esfuerzo por progresar porque la vida no les ofrece esperanzas para mejorar su calidad. Piensan que están varados en su situación y que no hay salida. Ej: personas que habitan en viviendas precarias y no arreglan los goteos, porque no hay apuro.

“La gente de barrios bajos es de mal vivir”: la gente discrimina a los pobres por los trabajos denigrantes o delictivos que realizan, olvidando que lo hacen por necesidad. Ej: prostitución, asaltos, etc.

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